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NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

PODÉIS ENCONTRAR MÁS INFORMACIÓN DEL MISMO, ASÍ COMO ADQUIRIRLO, EN EL SIGUIENTE LINK : https://joselitoenmadrid.com/


Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

SUERTE DE VARAS ACTUALES


Cruje el rey sus soberanos
huesos. Qué poderío.
Y el caballo alza sus manos
como tañendo el vacío.
Un minuto dura, eterno,
el alto pujar del cuerno
contra el pulso que se afianza.
Ni uno de los dos cediera
si el maestro no tendiera
la larga de la esperanza.

Suerte de varas
Del libro La suerte o la muerte, de Gerardo Diego

La caída al descubierto
levanta a la plaza en pie.
El caballo se hizo el muerto.
Muerto el piquero se ve.
Pero entre jaco y pavura,
saltando pica y montura,
allá va -rayo- el espada.
Y el monosabio al urcola
sirgando por la empopada
tira y tira de la cola.

Caída al descubierto
Del libro La suerte o la muerte, de Gerardo Diego


El picador: "Ose el caballo la raya del trópico.
Ruede y ofenda el rural castoreño.
Prenda en la cumbre el castigo de Júpiter
y fluyan rabiones de sangre"

Gerardo Diego. Del Himno a los subalternos


El caballo, como el toro,
si el valeroso y es fuerte,
da el pecho al aire y se enfrenta
cara a cara con la muerte.

                                     José Bergamín. De "La claridad del toreo"


Con el hirviente resoplido moja
el ronco toro la tostada arena,
la vista en el jinete, alta y serena,
ancho espacio buscando al asta roja.

(Con efectismo romántico, Zorrilla presenta la estampa del picador, centrándose en los aspectos sensoriales: sonido, tacto,vista............El momento está precisado con exactitud:ha entrado ya el toro al caballo por primera vez, como lo atestigua la sangre de su cuerno. Ahora, duda, se produce un efecto dramático de suspensión y el soneto desemboca en una apoteosis teatral (Comentario de Andrés Amorós en Toros y Cultura):

Su arranque, audaz a recibir se arroja
pálida de valor la faz morena,
e hincha en la frente la robusta vena
el picador, a quien el tiempo enoja.

Duda la fiera, el español la llama,
sacude el toro la enastada frente,
la tierra escarba, sopla y desparrama,

Le obliga el hombre, parte de repente,
y herido en la cerviz, húyele y brama,
y en grito universal rompe la gente.

José Zorrilla. El Picador


.........que es un picador de brío
con un ganado bravío
en una suerte de varas,

                                                                José Zorrilla



Un montón
de correas y de astillas,
y de carne palpitante
y sangrante...
Un fracaso de costillas
con estruendo...
Correajes perforados
y hebillajes
destrozados...
Sangre en tierra...
Polvo, un grito... ¡Una ovación!
Sobre la arena, roja
de sol y sangre, en confusión de rotos
arreos y correas,
derribados se agitan entre el polvo
caballo y picador... Y al palpitante
montón convulso el toro
asesta, rebramando,
el duro cuerno hasta la cepa rojo.

...Y encuentra en el camino
nada..., la orla de un capote, sólo
una figura esbelta que se esquiva
jugando con su enojo...
Que se esquiva elegante,
dejando desde el hombro
pender la rica seda... Y paso a paso
la sigue ciego, absorto,
hasta parar rendido,
el duro cuerno hasta la cepa rojo.

Y la paz es un charco
de sangre mala y negra
y aquellos dientes fríos y amarillos...
Un azadón, un esportón de tierra
y aquel montón de arreos
que, como cosa muerta,
junto del jaco muerto
están sobre la arena.

                     Manuel Machado. De La Fiesta nacional



Un caballo negro,
hecho con retazos
de caballos viejos,
se deshace con un crujiente
sonido de hierro.
El toro, como el diablo,
tiene rojos los cuernos,
y una fuente de vino español
le mana del cuello.
Vino de la tierra, vino fuerte,
rojo, tan rojo, que es negro.

Felipe Sassone. De A la lidia de un toro



Caballo que en treinta pasos
morirás sobre la arena.......
Volando se irá tu alma,
no te servirán las piernas.
¡Vuela, caballito muerto!
¡Que el alma no tiene riendas,
ni los vientos tienen fustas,
ni los ángeles espuelas!

Adriano del Valle. Suerte de varas


El caballo escapado del fuego,
el caballo del humo,
llegó a la Plaza, va como una sombra,
como una sombra espera al toro,
el jinete es un torpe
insecto oscuro,
levanta su aguijón sobre el caballo negro,
luce la lanza negra, ataca
y salta
enredado en la sombra y en la sangre.

Pablo Neruda. Del poema Toro


SI las peinas elevan las mantillas,
si las mantillas damas,
si las damas elevan -¡banderillas!-
las masculinas bramas,
el negro toro, luto articulado
y tumba de la espada,
caballos sólo ciegos por el lado
por qué habrán de morir, y picadores,
hacen casi celestes, si las varas
sus obstinados carmesís mayores.

Miguel Hernández. Toros y caballos. de "Corrida Real"



Vinieron los picadores
sobre caballos cegados,
por amor, de aquellos lados
por que han de ser sus dolores
por que han de morir adrede

Miguel Hernández


¡Vírgenes de los más bajos dolores
hace entre tanto a la caballería
y cuando os desparrama por la arena
tanta os desparrama por la arena
tanta os aplica al tafanario pena!

Miguel Hernández



A qué ese inútil empeño
por demostrar tu bravura:
maravillosa locura
nacida de un loco sueño
que perdura vivamente.

Tropezar inútilmente
contra la piedra del peto,
mientras sale a luz la flor
roja, que mana el dolor
y es parte de tu secreto.

Fernando Pérez Camacho. Suerte de varas


























 
El escritor peruano Luis F. Odría, en su libro El arte del toreo y los secretos de la lidia, recoge este comentario de Gregorio Corrochano:

Varilarguero. Picador de vara larga. Algunos tratadistas estiran la definición, a vara larga de detener, con lo que queda fijado el propósito. ¿Qué es lo que se trata de detener con la vara larga? Se trata de detener al toro. Detener, no dejarle llegar, no dejarle llegar tanto que coja al caballo. Castigar al toro con la vara larga, y procurar que no tropiece con el caballo, salvarle del toro. En esto tiene sus raíces la suerte de varas. No lo parecen, ni puede parecerlo, porque la suerte de varas, tal como se ejecuta hoy, es todo lo contrario…………Cuando un picador se presenta ante un toro con mucho palo por delante –con vara larga-, el público que desconoce la suerte, protesta, y le obliga a coger el palo más corto. Nunca pude calar lo que el público se propone con esto. Sospechamos que la vara larga le parece defensa en perjuicio del toro. Defensa sí es; defensa del caballo y del picador, pero no en perjuicio del toro, sino en su cuidado, al no dejarle enganchar. Si se coge el palo muy corto, cuando se alcanza con él al toro, ya está debajo y ha cogido al caballo, ya está zarandeado el picador cuando no derribado, ya no puede poner la puya con eficacia; la suerte no se realiza o se realiza mal o incompleta, y por si fuera esto poco, con sacrificio inútil y premeditado del caballo……..y con quebranto del toro al dejarle romanear"



Felipe B. Pedraza, en su libro Iniciación a la fiesta de los toros, escribe:

 

LOS PICADORES

 

“Son subalternos a caballo. Trabajan a las órdenes del matador. Por eso es absurdo censurarles la dureza y blandura con que tratan a cada res, ya que en este punto obedecen siempre las indicaciones de su superior. Sí es responsable suya, tantas veces olvidada, ejecutar la suerte con pureza y perfección…………En cada cuadrilla actúan dos picadores, salvo cuando el matador tenga que lidiar tres o más toros. La proporción es siempre de un picador por cada res, proporción heredada de los tiempos en que los caballos no iban protegidos por el peto y tenían un tamaño y peso muy inferiores a los actuales. Hoy, habida cuenta de la reducción del riesgo y de la escasa importancia que los propios profesionales dan a la suerte de varas, es absurdo mantener un picador por cada toro, sobre todo en las novilladas”



Juan Antonio Pérez Mateos, en su libro El toreo. Una visión inédita, escribe:


“El picador es un ser complejo entre quijotesco y sanchopancista en el que se vierten, generalmente, las iras del público, como si a través de la vara la gente del tendido liberara sus deseos de venganza………….El varilarguero mide, con su vara, la bravura del toro, templa la violencia desatada de un vendaval furioso, reduce la fuerza destemplada que el animal lleva a la salida del toril………Por tanto, los picadores le dan al festejo ese estilo bélico, el acento de guerra, de combate y, como los viejos caballeros, un estilo de amor y muerte que conducen hasta el sacrificio”































 
 

 
 

Pepe Hillo, en su Tauromaquia, comenta:

 "La suerte de picar de frente a caballo es la más arriesgada que se ejecuta, pues aunque el toro sea el más sencillo y claro hay la contingencia de marrarlo, y que se cuele suelto, o de que el caballo dé un cambio al tiempo de la suerte..........La suerte de picar de frente a caballo se ejecuta situándose el picador en la rectitud del terreno que ocupa el toro, y luego que éste parte y llega a jurisdicción, le pone la garrocha en el cerviguillo, y abre al mismo tiempo el caballo por la izquierda, y cargándose sobre el toro lo despide por la cara de dicho caballo, o en línea paralela con él"

Francisco Montes, Paquiro, en su Tauromaquia, advierte:

 "El torero de a caballo debe tener valor, un físico noble y robusto, un perfecto conocimiento del arte y ser además jinete consumado"

"Hay toros de tanto poder y tan duros que siempre alcanzan al caballo y suelen dar la cornada"

Guerrita, en La Tauromaquia, escribe:

"1º) Al picador no se le exige otra cosa que ser buen jinete y saber detener,despegar y librar a su cabalgadura de las acometidas de los toros.
2º) El mayor mérito de la suerte está en que la práctica no deje llegar el toro al caballo que monta.
Con la posesión de todos estos conocimientos, se explica que el célebre Luis Corchado, picara en el Puerto de Santa María una corrida de toros de la entonces muy famosa y brava ganadería de D. Vicente José Vázquez, llevando sólo medias de seda, sin que los cornúpetos se llegaran al jaco, que sacó sin el más pequeño rasguño.....................El caso de Francisco Sevilla, que por su bravura, serenidad, poderoso brazo derecho y experta mano izquierda para evitar caídas y pérdida de caballos, ganaba innumerables apuestas, y el de tantos otros..................añadiendo que la mayoría de los picadores que tal suerte han practicado, eran tan lidiadores de a pie como consumados jinetes...............aun haciéndose quites entre sí cuando la tardanza de un capote ponía en peligro al compañero"

"Al toro que se deja picar se le debe torear lo menos posible y a punta de capote. Lo preciso y nada más. Librar y dejar la suerte"

                                                                                                                                       Rafael el Gallo


"Existen dos suertes fundamentales: "la primera y la última, la de picar y la de matar. Hoy la Fiesta se nutre de intermedios"

                                                                               Gregorio Corrochano. La edad de plata del toreo




Santos López Pelegrín, “Abenamar”, en las Suertes del toreo, de su libro Filosofía de los toros, publicado en Madrid, 1842, escribe:




"De las cualidades que debe tener el torero de á caballo


 


El torero de á caballo debe tener valor, un físico doble y robusto, un perfecto conocimiento del arte, y ser ademas ginete consumado…………………….Debe ser forzudo, porque si bien para las suertes de á pie se necesita mas ligereza que fuerza, para las de á caballo es indispensable esta, y con tanta razón en el dia, que solo se usa de la vara de detener…………….las fuerzas no solo sirven para contrarestar las del toro, sino también para habérselas con el caballo, principalmente cuando se hallan los dos en el suelo…………..Asi es que por muy ginete que sea el diestro, y por mucho conocimiento y valor que tuviere, no podrá, careciendo de la fuerza, resistir el encontronazo, ni mucho menos despedir al toro por la cabeza del caballo, y no hará suerte en que no tenga que sufrir una cogida de mas ó menos consideración………….Las frecuentes caidas que dan ademas los picadores, y la clase de ropa que llevan de medio cuerpo abajo, exigen de su parte en fisico reforzado para resisistirlas mas, sostener la otra, y manejarse con alguna facilidad cuando se hallen en tierra…………Pocas ventajas sacaría el picador que reuniese los requisitos antecedentes, si le faltase el de ser ginete consumado. Digo ginete consumado porque de nada sirve saberse tener en el caballo y agarrarse bien á la silla; esto basta únicamente para no caerse, pero para picar es necesario ademas de una muy buena mano izquierda, y de tener mucha fuerza en las rodillas, penetra las condiciones del caballo, dominarlo, conocer si está incómodo, cuál puede ser la causa, y si es el brazo, ponérselo mas ó menos suave, según lo requiera: es menester tambien que sepa hacerlo girar, ya sobre las manos, ya sobre las piernas…….como asimismo de hacerlo andar hacia atrás y á los costados, sirviéndose para todo esto tanto de la mano como de la espuela……….Baste pues lo dicho, y el considerar que el picador tiene que montarse y salir á picar en caballo que no conoce, y que acaso no han servido para montar hasta entonces, para convencerse de lo indispensable que le es ser ginete consumado.


 


 


En que se dan algunas nociones preliminares á la suerte de picar.


 

El mérito de la suerte de picar consiste principalmente en que el toro no llegue al caballo, y lo hiera ó lo mate; y esto, como se ve claramente, necesita no solo habilidad, sino la fuerza competente. De aqui tambien se deduce que á los toros pegajosos que reunan mucho poder en la cabeza, y que sean secos metiendo, no habrá hombre en el mundo que con la vara de detener los mantenga desviados y les dé la salida, por lo que muchos picadores diestros en este caso hacian lo que se conoce con el nombre de picar á caballo levantado, único medio de evitar la cogida; esto, que tiene sin duda mas mérito artístico que dejarse caer al suelo por el toro, y que solo pueden hacerlo los que sean muy ginetes, y con ciertos caballos, es no obstante recibido con disgusto por algunos…………..Asi es que cualquiera que sea la suerte que se está ejecutando, debe el diestro conducirse asi: citar al toro, dejarlo llegar á la vara sin mover el caballo y conforme llegue á jurisdicción y humille, ponerle la puya, cargarse sobre el palo, y despedirlo, si puede, en el encontronazo por la cabeza del caballo, que hasta ahora no debe haberse movido, pero que conforme está el toro en disposición de tomar su terreno, se le hace girar por la izquierda, y se sale con pies…………Este modo de picar, que llaman sin perder tierra, el que gusta, y efectivamente es muy bonito………….Esto es lo que constituye esencialmente la suerte de picar; sin embargo, hay varios modos de ejecutarla, que aun cuando convienen en casi todo lo que hemos dicho arriba, tienen no obstante algunas deferencias, que bastan para hacer clases que deben ser conocidas con particularidad.
 

Suerte de picar al toro levantado.

 

Esta suerte es la primera que se hace en las plazas, y aun cuando sus proporciones son poco ventajosas, tienen bastante buen resultado, por la particularidad de hacerla siempre al toro cuando viene levantado, pues sabemos lo sencillo que está en este caso……….Para verificarla, suponiendo que la res es boyante y que es el primer puyazo al salir del toril, se situará el diestro a la izquierda del chiquero…………Puesto ya el diestro en el parage que hemos determinado, esperará la salida del toro, y conforme haga por él se armará, y cuando llegué á jurisdicción y á la vara de cargará sobre el palo, sesgará el caballo, y mostrará al toro su terreno, el cual lo tomará al momento, sin precisar al picador á salir con pies………….Por la anterior explicación se ve qué facil es esta suerte con los toros boyantes y se puede inferir que lo será tambien con los demas, por tomarlos siempre levantados. 

 

Del modo de picar a caballo levantado.

 

Para picar a caballo levantado se necesita no solo mucha destreza, sino también un caballo de buena boca y bastante avisado………Este modo de picar es completamente diferente de los demás, y consiste en dejar llegar al toro a la vara terciando un poco el caballo hacia la izquierda, y conforme esté aquél en el centro, en vez de despedirlo del encontronazo, dejarlo seguir hacia el brazuelo del caballo, que en este tiempo se habrá alzado de manos, y echándose hacia á la derecha buscando los cuartos traseros del toro, y saliendo con pies. La cogida no puede jamas verificarse en esta suerte en haciéndola á tiempo, pues que cuando el toro está humillado para meterse debajo del caballo, lo libra éste en virtud del movimiento que hace sobre las piernas……..Esta suerte, como se ve por su esplicación, es sumamente bonita, pero muy difícil, y tiene un mérito particular. El famoso Luis Corchado era sobresaliente practicándola, y el desgraciado Pablo de la Cruz, muerto de un tiro que le disparó un malhechor en el camino de San Lúcar de Barrameda, su patria, era tambien aventajado ejecutándola……..Sus proporciones son tan buenas, que sea el toro boyante, pegajoso, que recargue, ó abanto, se hace del mismo modo y se remata con la misma facilidad."
 



J. Sánchez Lozano, en su libro Suertes del toreo que ordinariamente se verifican en coso. Libro tercero del Manual de Tauromaquia, publicado en Sevilla el año 1882, escribe:

“El picador de toros necesita principalmente, para cumplir su mision, montar un buen caballo arreglado de boca, y es lo comun que, por precision, tenga que llenarla sobre un escuálido jamelgo que rueda con su jinete en el primer movimiento violento que se le obliga á hacer. Resultado: cada vara que se pone en esas condiciones, representa un porrazo y un caballo estropeado, porque el diestro no le ha sido posible echar al bicho por delante y éste se queda en el bulto corneando á su satisfacción………….Otro requisito de que no es dado olvidarse es la fuerza é inteligencia del diestro que la efectúa………….El objeto de la suerte de vara se comprende á primera vista: quitar á las reses facultades que, sin quebrar, serian un obstáculo grande para las que le siguen, pues ya hemos dicho que á los toros, son contados los lances que se les pueden hacer en su estado de levantados. Infiérese de aquí lo imprescindible de su existencia, y lo descaminado que andan los que suponen cosa sencilla su proscripción de corridas.”


José Alameda, en su libro El hilo del toreo, escribe:

"Entre el toreo caballeresco y el de a pie hay un momento de transición, con un personaje fugaz, pero importante: el varilarguero. Existía desde el siglo XVIII, pero no tomó relieve sino al decaer la figura del señor, circunstancia que le permitió constituirse en el verdadero director de lidia, jerarquía que se mantuvo hasta que Juan Romero, hijo de Francisco y padre del famoso Pedro (Romero), consiguió, con el apoyo de las maestranzas de caballería, que tal puesto de director de lidia se le reconociese al espada...........................El varilarguero fue, en principio, más que el espada. El picador nunca fue más que el espada, fue siempre un subalterno. Ello explica que mientras duró la corta hegemonía de los varilargueros, éstos salieran por delante en el "paseíllo"....................Los varilargueros eran propietarios de los caballos que usaban en la plaza, en tanto que los picadores, de origen mucho más modesto, tenían que hacer uso de la cuadra de caballos de la empresa................La vara larga debía medir cuatro varas (unos 3,5 metros) y la actual pica mide 2,60 metros...................La suerte de la vara larga es una suerte al "encuentro", mientras que la otra es una suerte al "cite"....................Ya Paquiro en su "Tauromaquia completa" de 1836, consigna que en su tiempo había dejado de existir el varilarguero.......................Resulta curioso que Pepe-Hillo en su "Tauromaquia" (1796) ni siquiera lo nombra....................Hay un tratado del célebre varilarguero José Daza (1778) donde se refiere un caso en la Maestranza de Sevilla en el que los varilargueros (grandes piqueros) se vieron obligados a echar mano de los caballos de la Maestranza por haberles matado los toros sus caballos..............Es alrededor de esta fecha, 1778, cuando puedo desaparecer el varilarguero"

"Antes los picadores iban delante (en el paseillo). Es hacia 1840 cuando se produce el cambio (plena hegemonía de Paquiro)............Paquiro hace también que los picadores, antes dueños de la escena de principio a fin, la abandonen cuando se toca a banderillas...................Pepe-Hillo es cogido mortalmente en 1801 en el último tercio y es un picador presente en el ruedo, Juan López, el que trata de hacerle el quite con un puyazo puesto a caballo levantado......................Antes los picadores aparecian con letras menores pero por delante de los espadas, en los carteles de las corridas.....................Antes los picadores estaban en la arena desde antes de que comenzara la lidia. En 1927 se resolvió que no salieran al ruedo hasta después de ser fijados los toros, y mediante orden de la presidencia. Esta medida se ensayó en la novillada del día 3 de abril"

Aurelio Rodríguez, en las Memorias del tiempo viejo, escribe:

 "¿Qué mérito tenía la suerte que hacía Calderón? Un hombre que no entraba a los toros sino en su terreno adecuado, que llevaba el caballo paso a paso y en rectitud, y que se reunía al palo y a la montura tan bien, que llegado el momento del encontronazo, sabía girar a la izquierda y mantenerse sobre la garrocha hasta el crítico instante de recargar la suerte y despedir al bruto bastado, quedándose él firme en su sitio............"

Y más adelante, sobre la vida tan esforzada que llevaban en aquellos tiempos los picadores, escribe: "Oído a lo que manifiesta Puerto (un picador de esa época): "Para que comprendan lo que trabajábamos en aquella época, le díré solamente que salíamos de Madrid para Bilbao en una diligencia: viajando noche y día llegábamos a las cuatro o cinco de la mañana, ocurriendo a veces que solo faltaban dos horas para empezar la corrida, por cuyo motivo a escape había que vestirse y enseguida a la plaza para picar ocho toros, el que no tenía seis años pasaba de siete, y todo ese montón de carne y malicia para solo cuatro picadores"


Gregorio Corrochano, en su libro La edad de oro del toreo, en el capítulo titulado De las memorias inéditas de un redactor de ABC, escribe la siguiente crónica sobre la introducción del peto en los caballos de picar:

Madrid: Ensayo de petos protectores de los caballos. (ABC, 19 de octubre de 1917)………………..Por iniciativa de la Asociación Protectora de Animales, se ensayó en la plaza de toros un peto protector de los caballos. Con esto se perseguía evitar el sacrificio de las nobles bestias. La prueba no dio resultado satisfactorio……Almeda y Agujetillas montaron dos caballos enjaezados con los petos que iban a ensayarse, y picaron un toro de Tabernero. El toro tomó cuatro puyazos y mató los dos caballos. Chiquito de Begoña mató al toro, muy bien por cierto……….Hasta ahora no hay otra solución que seguir la Fiesta con todas sus consecuencias, a menos que se adopte otra solución más eficaz que la de los petos, que es la de lidiar toros embolados, con lo que no habría víctimas; si aún se teme que la pujanza de un toro embolado pueda ocasionar lesiones graves, hay una solución radical, que excluya otra intermedia; la de suprimir de una vez las corridas de toros. Decimos de una vez, porque con tantos escrúpulos vamos poco a poco acabando con la Fiesta………….Hay, sin embargo, una solución, completamente taurina, que evitaría el sacrificio de caballos un tanto por ciento muy crecido, y consiste en exigir a los picadores que cumplan con su misión. Para esto lo primero que necesitan es saber montar a caballo, cosa que no saben hoy ni media docena de picadores. Si el público cada vez que sale a picar un matacaballos le diera su merecido, poco a poco se irían corrigiendo. Sin saber manejar el caballo es imposible picar bien, y así se ve que esta suerte casi ha desaparecido, porque se ha desfigurado. Hoy no se castiga a los toros con la puya; se les quebranta dejándoles cornear en el caballo. Hoy los picadores no van al toro, les llevan, que no es lo mismo, y van atravesados grotescamente, sin ningún dominio del caballo. Así, ¿cómo se va a picar y cómo se va a sacar el caballo ileso, sin antes de entrar en suerte van pensando en la caída?...........Aquí está la verdadera solución mientras la Sociedad humanitaria que ensayó ayer los petos, sin resultado práctico, no encuentre otra mejor. Que los picadores sepan manejar el caballo y que sepan picar, que ese dato de los caballos muertos en una corrida, que algunos apuntan como importante, a mí, más que de la bravura de los toros, me dice de la ineptitud de los picadores”

Juan Pedro Domecq, en su libro Del toreo a la bravura, escribe, ampliamente y con gran conocimiento, sobre la suerte de varas antigua y su evolución:

 "Esta suerte de varas, muy larga en proporción al tiempo que duraba la lidia de un toro y de gran riesgo para el picador, necesitada siempre de la ayuda de los toreros y banderilleros de la cuadrilla para atender al quite de los toros; se hacía en esos tiempos ante un toro que sólo recargaba en pocas ocasiones, con lo que facilitaba esta forma de picar y hacia que el caballo, aunque sin peto, pudiera ser defendido por la destreza del picador..........................A su vez el número de picotazos que recibían los toros, con heridad muy superficiales, pasaba muchas veces de la decena, con lo que se puede entender la amplitud proporcional en el tiempo que ocupaba esta suerte en la lidia........................Pero no se ejecutaba el puyazo con el toro empujando al caballo y recargando; este tipo de acometida todavía no existía. Con ella, al picador le hubiera sido casi imposible detener la embestida del toro con la vara y vaciarlo con la ayuda de los toreros para así evitar la cogida del caballo...................También hay que tener en cuenta que las puyas antiguas estaban hechas con limas a las que se les sacaba punta, y que ni cortaban ni se introducían en el toro con la misma facilidad que las actuales, de acero vaciado con bordes que se abren como navajas bien templadas"

"Se puede decir que en la época de Vicente José Vázquez (ganadero de finales del siglo XVIII; es la época de Pedro Romero, Costillares, Pepe-Hillo, Paquiro) la lidia se centra en la suerte de varas y en la estocada. Sobre la primera de ellas, la de varas, en los comienzos de esta época, los picadores estaban obligados a defender el caballo del toro. Este objetivo lo alcanzaban con bastante frecuencia debido a que, en primer lugar, eran grandes caballistas y especialistas en el manejo del toro bravo, consiguiendo desplazar el caballo con un giro a la izquierda para vaciar el toro y evitar la cornada al jamelgo; y en segundo lugar, habría que decir que los toros no recargaban en varas, sino que más bien se vaciaban o iniciaban la huida cuando sentían el puyazo en el morrillo....................Pero con el tiempo se ve -ya con Montes- que el picador piensa más en castigar al toro que en defender al caballo, y se describe cómo los toros recargan en su embestida a éstos, valorándose esta acción y considerándose como  una demostración de bravura. De todas maneras, aunque el castigo dado a los toros es leve, éstos tienden a pararse después de la suerte de varas, mostrando la mayoría de ellos querencia a las tablas y con reticencia a arrancarse. El toro tardea, además frente a los cites del toreo, y precisamente por esto, la suerte de matar va cambiando y pasa de la tradicional manera de recibir a la del volapié....................En cuanto a la utilización del capote y la muleta, el primero no era más que una ayuda para hacer el quite a los picadores, y no era bien valorada su utilización excesiva porque pensaban que con ello el toro se cansaba y perdía poder en las siguientes fases de la lidia. La muleta se utilizaba sólo para preparar al toro frente a la estocada y citarlo en la ejecución de la misma. En cambio eran muy celebrados los saltos al trascuerno o con la garrocha, los recortes, cuarteos, quiebros y demás juegos ante el toro, burlándolo con el cuerpo"

" En esta primera época de la Tauromaquia, el toro es, al principio, el centro del espectáculo. La lidia es una lucha donde el tercio de varas protagoniza la mayor parte del tiempo. Picar es una profesión difícil y extremadamente arriesgada; los picadores son profesionales muy expertos, grandes caballistas hechos en el campo y en el manejo de los toros, normalmente montan bien unos caballos domados que obedecen las indicaciones del jinete. Esta suerte de varas, la verdadera, fue degenerando en la medida que se comenzó a conceder más atención a castigar al toro que a defender el caballo, con lo que, lentamente, éste fue perdiendo sus condiciones de doma y su necesaria fortaleza de patas para dar paso a la utilización de caballos de desecho antes de enviarlos al matadero. Con ellos, los picadores se ocupaban fundamentalmente de herir al toro, el cual solía matar en el transcurso de su lidia varios caballos. Se pasó de tener falta de picadores, por los porrazos recibidos,a tener falta de caballos, por el número que morían en una corrida, teniendo que recurrir muchas veces a los caballos de los coches de punto que esperaban en los aledaños de la plaza para poder dar fin al festejo......................Se había cambiado la premisa principal de la suerte de varas, que ya no era defender al caballo de la embestida del toro; ahora la finalidad era castigar al toro debidamente, herirle para que perdiera poder, y olvidarse del caballo y su defensa. Esta nueva forma de picar continuó degenerando hasta transformarse en una carnicería, que obligó a cambiar la suerte de varas de forma trascendental con la aportación del peto para defender al caballo.....................En esos tiempos, la función principal de los toreros era la de realizar los quites en la suerte de varas, quites que significaban la acción de llevarse al toro de la jurisdicción del picador. Cualquier sistema era válido con tal de cumplir el objetivo aunque, con la evolución, fueron incorporándose recortes y desplantes que hacían más vistosa la lidia y la intervención de los propios toreros"

"En un principio, el picador se enfrentaba al toro montado a caballo, le citaba, le provocaba la arrancada y le recibía con la vara de detener, siempre con el objetivo de defender su caballo y de no dejar que el toro le alcanzara. Para ello, al recibirlo, y en la misma acción de detener su arrancada con la vara o garrocha, giraba al caballo hacia la izquierda, y con la ayuda de los toreros de a pie, evitaba que el toro alcanzara al caballo, a la vez que se producía el quite por parte de éstos. En esta suerte, el objetivo no era "pegarle" al toro; el objetivo era provocar su arrancada y burlarla con la vara de detener, con el movimiento del caballo y con la ayuda de los toreros. Ésta había sido inicialmente la suerte central de la Fiesta y de la lidia del toro, que culminaba con su muerte a estoque...................Pero el desarrollo de la Tauromaquia iba a cambiar el objetivo de la suerte de varas para conseguir el mayor lucimiento de los toreros en el resto de las suertes, ya que ésta no iba a ser simplemente una de las formas de provocar la arrancada del toro y burlarla, sino que su finalidad comenzó a ser también la de castigar al toro para conseguir una arrancada más templada que permitiera a los toreros ese lucimiento en las distintas suertes................Este cambio de objetivo en la suerte de varas hizo que los picadores fueran anteponiendo la efectividad en el castigo del toro a la defensa de su caballo.....................Todo ello añadido a que el toro, en su arrancada, comenzó a recargar más. Además, como a través de la progresiva selección iba aumentando su acometividad, hizo que el número de caballos heridos y muertos fueran creciendo de forma continuada. Y así, con el tiempo, y para evitar lo sanguinario de esta suerte, unido a que el público había ido cambiando su sensibilidad y sus gustos, se tradujo en la necesidad de que se incorporara el peto con el objetivo de defender al caballo.................En todo este desarrollo, al olvidarse de la defensa del caballo, la pericia necesaria del jinete fue disminuyendo, así como la doma de los caballos de picar y, en conjunto, la dificultad de la suerte y la técnica de los picadores de toros.........................La incorporación del peto va a ocasionar un ataque furibundo de los contrarios a la evolución, ahora, con el mensaje de que se estaba matando a la Fiesta, porque se cambiaba parte de su propia esencia"

"Desde mi punto de vista, hay una suerte que está en trance de muerte, que es la suerte de varas. Necesita con urgencia una remodelación profunda, porque hoy en día se ha transformado en una simple carnicería..............Ha degenerado casi absolutamente....................En la actualidad, sólo tiene el sentido y la utilidad de atemperar la embestida del toro para hacer posible el toreo de muleta..................Cuando se escucha en una plaza el grito: "¡A picar, a picar!", a veces en Madrid, pienso que lo que se grita es: "¡A matar, a matar!", porque de hecho el toro, si se pica de esa manera, sale casi muerto de esa suerte, cuando lo primero que tiene que hacer el toro para emocionar al público es estar vivo. En ella se han olvidado todos los principios que la hicieron grande: la doma del caballo, la condición de gran caballista del picador, la necesaria defensa del caballo y del propio picador ante la acometida del toro, y la provocación al citar al toro para que se arranque. Se ha transformado en un simple encontronazo del toro contra una "pared", donde lo masacran sin ninguna posibilidad de defensa. Se ha perdido el sentido de lucha: ya no hay dos contendientes, sino uno que domina de forma absoluta y cuya única obligación actual es atender las instrucciones del torero para graduar el castigo según su criterio"

Aurelio Rodríguez Bernal, en su libro Memorias del tiempo viejo, escribe:

"Quiero ahora que el lector conozca cómo Puerto (picador de los tiempos de Lagartijo y Frascuelo) discurre explicando su estilo de picar: "Debo decirle que yo picaba los toros procurando siempre que al arrancarse y llegar dejaran las babas en el estribo derecho de la montura, que es el centro de la suerte......................al arrancarse el toro se le echa el palo y al mismo tiempo con la mano izquierda se da el costado, consiguiéndose de este modo que se consume la suerte en su centro. Si se olvida la mano izquierda, el caballo puede ser enganchado por el pecho y entonces no hay suerte"

Cossío, refiriéndose al primer tercio o de picas, escribe: "Se trata en la lidia de domeñar y, finalmente, de dar muerte a una fiera. Estratégicamente se comienza en el primer tercio a quebrantarla por medio de puyazos o heridas causadas por la puya de los picadores. La disminución de facultades que la pérdida de sangre supone no debe ser excesiva, pero sí suficiente para que el toro temple su ímpetu bronco, y, consiguientemente, se ahorme su cabeza, dejando el cornear continuo y descompuesto"

Juan Antonio Polo, en El Toreo contemporáneo, opina que:

 "En lo que respecta a la suerte de varas, la evolución ha sido lamentable. En este tema sí que puede afirmarse que cualquier tiempo pasado fue mejor. Si con anterioridad a la implantación del peto se hizo necesaria la exigencia de un peso y una alzada mínima para los caballos de picar, única forma de evitar la presencia en los ruedos de jacos famélicos y enfermos, incapaces de aguantar la embestida de un toro, el nuevo reglamento se ha visto en la necesidad de fijar un peso máximo, medida con la que se pretende evitar la carnicería en que últimamente había degenerado la antaño gallarda suerte de varas.........No dudamos de la existencia de picadores que saben practicar la suerte con corrección y, en casos excepcionales, así lo hacen; pero lo cierto es que el tercio de varas se ha convertido en un espectáculo repugnante e inútil, que perjudica el juego de los toros y la actuación de los espadas"

En los Cuadernos Taurinos, editados por la Diputación Provincial de Valencia, aparece la siguiente reflexión, en la misma línea:

"Los picadores cargan con el recuerdo más sangriento y cruel de una fiesta de principios de siglo, en la que los caballos eran las grandes víctimas. Hoy en día, la condición general del toro, la utilización de caballos de gran peso y de petos excesivamente pesados, unido a una puya que permite grandes destrozos en la anatomía del toro y al poco celo de los profesionales, que en muchos casos se limitan a cumplir sin más interés que acabar cuanto antes y que el matador corra el menor riesgo posible, han convertido la suerte de varas en un lance de la lidia muy controvertido que no satisface a nadie. Es la gran asignatura pendiente de un reglamento que parece estancado en su actualización...........Lo que debería ser una suerte ágil, equilibrada y sincera, se convierte con gran frecuencia en un enfrentamiento desigual, en el que el toro se estrella contra una muralla inamovible, frente a la cual entiende rápidamente que su lucha será estéril"

Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:

"Los periodistas taurinos se animan, con cierta prudencia, a comentar la "política taurina" del general Primo de Rivera. Las intenciones son buenas, pero propone medios pintorescos. Quiere sustituir los picadores por rejoneadores. Algunas damas elegantes le han contado que sufren viendo destripar caballos. Es posible que las entrañas les hayan salpicado durante la suerte de varas. Las damas elegantísimas apoyadas en la barrera, con los brazos sobre lujosos capotes de seda, cubiertas con blancas mantillas de encaje, no ven con buenos ojos las manchas de sangre. ¿Peligra con la Dictadura la suerte de varas? Lo de los rejoneadores no es viable, mi general. ¿Pues qué hacemos? Se inventa el peto. En Francia ya lo usan hace años, uno muy pequeño. Vengan petos porque lo de los rejoneadores no puede ser. Corrochano lo ha explicado con claridad. Faltarían caballos adiestrados y caballistas. La lidia del rejones es circular y resabiaría a los toros. Habría que volver al picador que se contrataba con caballos propios. Veríamos mejores caballos y mejores jinetes. Desde Palacio Valdés al más modesto aficionado, todos envían cartas y sugerencias a las revistas taurinas pidiendo pureza y clasicismo para la tradicional y hermosa suerte de varas, aliviando, eso sí, los aspectos más sangrientos, de acuerdo con la nueva sensibilidad."

En el mismo libro, más adelante, se puede leer: "La modificación más importante para la Fiesta estaba en curso: la de la suerte de varas. Lo mejor de todo fue la disposición que ordenaba salir a los picadores una vez que el toro ya estuviera fijado por los peones y el matador. Hasta entonces esperaban los piqueros al toro en el ruedo. Con facilidad eran derribados y los jacos ensartados de la manera más natural del mundo. La nueva medida resultó providencial y muy bien acogida por las cuadrillas y por el público. Se ensayó el nuevo sistema el 3 de abril de 1927, en una novillada en Madrid. En la misma plaza se habían probado los nuevos petos en la novillada del 6 de marzo del mismo año, dividiéndose las opiniones"

"En tertulias y revistas taurinas la polémica de la suerte de varas ocupa la mayor parte del tiempo a los aficionados entre 1926 y 1927. En Toros y Toreros se dice que "en tiempos de los antiguos" morían menos caballos en el ruedo porque había muy buenos picadores y excelentes caballos. Son afirmaciones que requieren ser demostradas, cosa harto difícil......................En un raro estudio estadístico resultaría que los picadores "antiguos" (los de 1743) perdían un 80 por ciento menos de caballos que los "modernos" (los de 1800) según don Josef de la Tixera....................Los aficionados y revisteros de 1926-27 comentan la anécdota del conocedor de la ganadería de Miura. Contaba que Curro Calderón pidió al dueño de la ganaderia el mejor caballo, prometiendo devolverlo después de la corrida y lo cumplió. Pero este mismo piquero perdió seis caballos en Madrid, el 9 de abril de 1871 y cuatro el 23 de abril del mismo año. Salen a relucir otras anécdotas, como la de Luis Corchado, que en pleno siglo XIX picaba con medias de seda. El gran José Trigo detenía toros de Veragua sólo con el regatón y algunos de estos picadores usaban los mejores caballos, prestados por grandes señores del campo andaluz. Por apuestas, probablemente. Pero el hecho cierto es que varilargueros de la talla de José Trigo, Bruno Azaña, el Charpa, José Sevilla, Francisco Calderón y otros, vieron cómo los toros lidiados en Madrid en 1851, 165 toros en total, les mataron 173 caballos y les hirieron, casi nunca con leves heridas, 115 caballos."


Santi Ortiz, en su libro  Lances que cambiaron la Fiesta, escribe:

"......la primitiva suerte de varas, en contra de lo que estamos acostumbrados a ver, hay que entenderla con el caballo en movimiento y con jacos fuertes y ágiles listos para sortear los envites de las reses. El picador de entonces estaba obligado no solo a castigar, sino también a torear a caballo hurtándole en lo posible a los pitones el cuerpo de su jaco y a su castoreño la dureza del suelo. Era preciso picar en movimiento, utilizando riendas y espuelas, querencias y terrenos, y encomendarse al atento concurso de los capotes para deshacer rápidamente la comprometida reunión. Porque no debes caer en el error de pensar que un hombre con la mera fortaleza de su brazo era capaz de detener, a caballo parado, la acometida de un toro sin dejarlo llegar a la cabalgadura.....................es preciso concebirla con el caballo en movimiento -por eso era tan necesario que el picador fuera un gran caballista -y con un juego de la mano izquierda -la de las riendas- totalmente contrario al que hoy se tiene por bueno................En la actualidad, el picador tira con las riendas hacia su derecha, de modo que el jaco vuelva la cara hacia donde está el toro; mas, en la suerte primitiva, el caballo, en vez de presentarse de costado, iba hacia el toro dándole los pechos, y en el momento del embroque la mano de la rienda tiraba del trotón hacia la izquierda; esto es, hacia el lado contrario al que ocupaba el toro, que con la vara era despedido por delante del jaco, mientras este se giraba en sentido contrario a las agujas del reloj, hurtando el cuerpo para salir por pies e indemne del encuentro..............Así cada vara duraba un suspiro, incomparablemente menos de lo que estamos acostumbrados a ver................Es verdad que ni pos picadores de los años veinte ni los de la época del Guerra hacían ya así la suerte . Lo que se estilaba entonces era citar a caballo parado, agarrarse con el toro, hacerle el mayor daño posible y caer reunido sin importarles ni poco ni mucho sacrificar el penco que montaban. Es más, consideraban que el mejor caballo para picar era el herido, porque se "agarraba" mejor a tierra; es decir, porque estaba más pesado y carecía de brío para moverse, que es lo que ellos querían..................El error de los que entonces, y luego en los años veinte, clamaban por los piqueros antiguos residía en que a estos les mataban tantos o más caballos que a los picadores de finales de siglo.................Y para muestra, un botón: en la temporada de 1851, a José Trigo, Francisco Calderón, Bruno Azaña, Joaquín Coito (Charpa), José Sevilla, etc., todos ellos picadores históricos de enorme prestigio, en 26 corridas celebradas en Madrid, les mataron 173 caballos y les hirieron 115 entre los 165 toros lidiados.................Pero es que esto mismo ocurría en 1803 y en 1800"

"El peto se instaura bajo la dictadura de Primo de Rivera. Oficialmente se implantó en el año 1928.................Tanto cambia la Fiesta con la llegada del peto, que, sin ambages, es la suya la transformación más profunda sufrida por el toreo detrás de la del Belmonte..................Tan solo unas décadas después de la época de Corchado, Trigo y Sevilla, donde todavía el caballo del picador era un animal dotado de ciertas cualidades específicas y, por lo tanto, valorado, el conjunto de cuadrúpedos destinados a la plaza ya se nutre de la peor escoria de la especie equina.................Por el contrario, después del peto, sobre todo una vez que su evolución lleva a convertirlo en inexpugnable muralla, los jacos de picar dejan de ser víctimas obligadas, lo que permite emplear caballos más jóvenes y fuertes, de más dócil monta, que se van "profesionalizando" a medida que aumenta su currículo de toros picados...............A medida que el peto engorda y crece y los caballos aumentan de peso...........el picador se desentiende en grado sumo del caballo, centrando su atención exclusivamente en castigar más y mejor el lomo que estrella su pujanza en la acolchada muralla que lo parapeta. Lo que antes solía durar instantes, ahora de eterniza, al dejar que los toros quemen sus energías, sus fuerzas y su casta en una lucha inútil que los acobarda para el último tercio..................Cansado, malherido y vencido en el caballo, el burel de aquende el peto habrá de llegar siempre a la muleta con la embestida más suave y atemperada que sus ancestros del jamelgo desnudo, propiciando el fomento de ese toreo suave y templado que empieza a hacerse entonces cada vez más frecuente y más demandado por los públicos. Por tales circunstancias.................hemos de distinguir entre una Fiesta de antes y otra de después del peto"


Robert Ryan, en su libro El toreo de capa, escribe:

"A partir de 1927, la ausencia del picador del primer momento de la lidia evidencia la primacía de la capa sobre la vara y, una vez parado el toro, al entrar el picador en la lidia, desde 1928 éste monta, en su deshonra, un caballo vestido, protegido, ante su incapacidad para salvarlo. La implantación del peto supone, merecida o inmerecida, el fracaso del picador y, más profundamente, un rechazo histórico a un concepto de lidia................Paradójicamente, sin la muerte del caballo, la suerte de vara perdía vida y movimiento, además de una intensa emoción desnuda; menos azarosa y accidentada, la lidia perdía una temible incógnita a cambio de un orden casi previsible.......................Las disposiciones de 1927 y 1928 alteraron para siempre el contenido emocional de un arte en el cual la emoción lo es todo. Se perdió una expresión elocuentísima de la peligrosidad del toro"


Guillermo Sureda, en su libro Tauromagia, escribe:

"Sea por lo que sea, el tercio de varas, que tuvo en otro tiempo una emoción llena de gallardía, absolutamente electrizante, ha pasado a ser algo así como un mal necesario, como un puro trámite de la corrida que hay que resolver casi burocráticamente. Se pica por simple rutina. Porque se tiene que picar. Eso es todo.....................................Ante ese estado de cosas, yo me permito preguntar a los toreros: ¿es tan difícil aunar la eficacia con la belleza? ¿O es que se ha perdido definitivamente el sentido del toreo? Los pocos, los poquísimos toreros que todavía nos quedan, ¿por qué no tratan de reivindicar ese primer tercio, de devolverle su perdida hermosura?"

"............la enorme evolución que también ha sufrido, casi al mismo tiempo que el propio toreo, el toro de lidia, primero apto para ella y luego apto, casi exclusivamente, para realizar faenas más o menos bonitas. Fecha clave en la evolución del toro y de la lidia toda fue la implantación del peto en los caballos: antes y después de él.........No es de extrañar, pues, que muchas cosas toreras que en un tiempo se aplaudían y aun glorificaban, fueran más tarde o antes censuradas y minimizadas"



César Jalón, en su libro Grandezas y miserias del toreo, escribe:

"Desde aquel día de 1793 en que Costillares protesta "contra el hecho injusto de que los picadores de vara larga ostenten por distintivo el galón de plata y los matadores cinta blanca nada más", y se pone su galón plateado, queda ya discernido el primer rango al toreo de a pie. Y el galón de plata será pronto el vestido recamado de oro.......................Sobrevive el toreo a caballo a la dominación árabe. A Isabel la Católica no le place. El susto por la muerte de un caballero la mueve a ordenar que "les pongan algo en las astas a los toros". Y el futuro embolamiento de las reses halla en ese siglo una anticipación. La reina se aviene a que se les superpongan unas astas romas. "Mejor fuera suprimirlos, le dice su confesor pero, añade el muy ladino, bien que a disgusto con el espectáculo, pienso que él no se hace sólo para mí".......................Y Felipe II - a quien "le sale" taurinísimo su tristemente célebre sobrino Don Sebastián de Portugal- se niega a ejecutar la bula de suspensión, de Sixto V, porque "ciertamente, a él no le gustan las fiestas de toros (El eminente polígrafo Rodríguez Marín sostiene, sin embargo, que Felipe II era taurófilo) pero "los españoles la llevan en la sangre........." Y la fiesta avanza al compás de los siglos, sin experimentar otras alteraciones que el cambio del toreo "a la jineta", netamente morisco, por el de "a la brida", en que se van adiestrando los modernos caballeros castellanos......................En 1680, una novedad: el rejón. Otra a los pocos años: la iniciación del toreo de a pie y el entronizamiento de la "vara larga". Con lo que de 1700 en adelante el toreo a caballo se bifurca: rejoneadores y varilargueros. Estos han de forjar la suerte del toreo que es, por más de medio siglo, la primera en méritos, y que no será , más tarde, sino la primera en orden: la suerte de varas....................Mientras se celebran corridas de toros de "vara larga" la suerte conserva íntegramente, ya que no su rango, su principio fundamental: "defensa del caballo". Por el contrario, desde que, invirtiendo su verdadero principio, la suerte se plantea sobre la "entrega del caballo", resulta monótona, triste, inútil, cobarde y repugnante.......................Todas la suertes de picar -la de "picar sin perder tierra", tenida por la más típica y más general; la "de zahonero", la de "a toro levantado" o "a caballo levantado", "a toro atravesado" o "en su rectitud"- todas se resumen hoy en una. No haría falta nombrarla. ¿Quién no la adivina? ¡A toro atravesado!...........................Desde luego, no siempre ha sido en el mundo del toreo a caballo el maestro Daza, que, por cuidar de todo, ordena la colocación de la maroma en la contrabarrera -¿para preservar de una garrocha escapada?-, o el de José Trigo, que marca la suerte con el regatón de la garrocha a un toro de seis años, o el Corchado, que, calzando media de seda -sin malla ni espinillera-, con el mismo caballo pica seis toros, sin dejarles rozar ni el caballo ni su seda. No. Estos son lo excepcional. Personifican el tránsito del caballero en plaza al picador. El primitivo varilarguero tiene de los dos. Porque es picador, pica. Conoce los toros y la suerte. Porque es caballero, monta. Salvando al caballo se salva a sí mismo. Y exige un buen caballo, porque es un buen jinete........................A medida que acrece el entusiasmo por los matadores, se acentúa la degeneración de la suerte a caballo. Sobrevienen los años turbios. Esos de los que se escribe en flagrante contradicción, por un lado, que "el picador salía de la corrida con el mismo caballo que entró a ella y después de picar con él" y por otro, que "los toros mataban caballos a docenas". En su Manual de Tauromaquia (1882) se lamenta Sánchez Lozano........."ha llegado -escribe- la suerte de picar a un esta repugnantísimo". Y Sánchez Neira en El toreo (1879) exclama asimismo: "¡Los picadores de antaño no dejaban sacrificar sus caballos!"

"Una de las últimas modificaciones es la innovación de los petos, que priva a la suerte de varas de su bárbara, pero necesaria crueldad; que ahorra al espectador tímido el espectáculo de las bestias despanzurradas; pero que ha condenado al caballo a un largo calvario por las plazas de toros, en el que el miedo y los golpes contundentes le deben hacer suspirar por la suerte a la antigua, aquella en que, por lo menos, Dios le daba "una hora corta"



"Una de las últimas modificaciones es la innovación de los petos, que priva a la suerte de varas de su bárbara, pero necesaria crueldad; que ahorra al espectador tímido el espectáculo de las bestias despanzurradas; pero que ha condenado al caballo a un largo calvario por las plazas de toros, en el que el miedo y los golpes contundentes le deben hacer suspirar por la suerte a la antigua, aquella en que, por lo menos, Dios le daba "una hora corta"



El escritor peruano Luis F. Odría, en su libro El arte del toreo y los secretos de la lidia, escribe:

“A los que cumplen con este primer tercio se les da varios nombres: Varilargueros, en razón de la vara larga que es la puya; Picadores, por la labor de “picar”; los de Upa porque siempre están arriba; Longinos, en recuerdo al personaje bíblico anónimo que atravesara con su lanza el costado del Divino Crucificado; los de Castoreño, en razón al sombrero que usan; centauros, en recuerdo mitológico por su figura mixta de hombre y caballo, etc, pero ahora se les llama “Mataores” porque son ellos los que en no pocos casos y por indicación de sus espadas, matan al toro con el excesivo castigo que le prodigan”
 

“Picadores de toros, es decir, toreros a caballo de ánimo esforzado y brazo potente, para los que la suerte ha sido un juego diestro, viril y gallardo, ha habido pocos. Tan pocos, que sobran los dedos en las manos para contarlos. Los nombres de José Trigo, que marcaba la suerte con el regatón de la garrocha a un toro de seis años; o de “Corchado”, que calzando medias de seda –sin malla ni espinillera- con el mismo caballo picaba seis toros, sin dejarlos rozar ni el caballo ni la seda, pertenecen más que a la historia, a la leyenda…………El picador de toros a la vieja y clásica usanza, se diferencia del picador moderno en que no escamotea la suerte ni el arte que hay contenido en la suerte, sino que ejecuta una y otra, ateniéndose a sus normas artísticas”

“El primer tercio tiene muchas variantes; se puede picar: A toro levantado. A toro parado. A toro aplomado. A toro atravesado. A caballo levantado y sin perder tierra.

La suerte de picar a toro levantado y a caballo levantado, están en desuso.

La que más se practica actualmente es la suerte de picar sin perder tierra, que se ejecuta así: “cuando el bicho se le deja llegar hasta la garrocha y al tiempo de humillar, el picador carga sobre el palo y despide al toro por la cabeza del caballo, haciéndole entonces girar a éste por la izquierda y saliendo con pies”


Y más adelante comenta:

“Si pedimos una corrida sin petos, es decir, sin esa muralla absurda y antiestética, no es ciertamente por crueldad. Ni mucho menos. Tampoco pedimos que se elimine totalmente la defensa al caballo. Ciertamente no. Queremos que se usen los petos que se usaban antes de convertirlos en “tanques”. Es decir, aquellas defensas de cuero que pasaban por debajo de la barriga y defendían el pecho del caballo. Tal como se usaban antes……………..Queremos pues una corrida a la antigua, en la que los picadores no abusen sobre corceles de “torneo medieval”, hiriendo a mansalva y en demasía. Queremos los “quites”……………Queremos volver a la belleza que significa que un toro luzca su pujanza ante un caballo, y un picador luzca su destreza. Que el cornúpeta no se sienta defraudado ante este muro que es el actual peto, y que el torero lo lleve con garbo y con sapiencia………….Queremos ver una corrida “a la usanza antigua”. Deseamos ver toda la emoción que estas corridas entrañaban, sentir la verdadera sensación del peligro al ver lo que puede un toro, porque lo malo es que hoy en día, se le ha quitado importancia al toro……………..Regresemos, aunque sea por una vez, a lo clásico. Devolvamos a los picadores su categoría de “Toreros de a caballo”, esperemos la improvisación y la competencia en quites de los toreros, y conformémonos con pocos, pero cabales muletazos, pidamos que a los toros se les mate en todo lo alto, y ¡a ver qué pasa!...............................................Por eso es tan distinta la suerte de varas ahora como era antes. Los instintos del toro le hacen comprender pronto que sus esfuerzos y sus cornadas no sirven para nada contra ese peto al que en vano intenta romper y penetrar. Y eso lo hace desistir de su empeño sin que ese desistimiento sea síntoma de falta de bravura. No es lo mismo estrellarse contra un obstáculo como el peto, que clavar el asta en la carne palpitante del caballo y romanear alli hasta derribar o matar, clavarle los dos pitones en la barriga, sentir caerle la sangre del caballo por el hocico abajo. Y con el olor de la sangre se le despertará más la fiereza, y mientras más hunda los pitones y más sangre le caiga, más apretará, sacando al picador hasta los medios de la plaza, éste pegándole y metiéndole palo, y él empujando y metiendo los pitones; entonces sí que veríamos a un toro bravo de verdad, con las fuerzas de él y la del picador equiparadas……………………….¿Y cómo se debe picar?...............El picador debe echar el palo largo, cargando el cuerpo hacia delante, y maniobrar con la mano izquierda para sacar el caballo limpiamente de la suerte. Si el toro es bravo, hay que tomarle desde lejos, para verle cómo se arranca y desde dónde lo hace, calibrando así su poder y codicia. Luego, a medida que el toro va tomando las varas, se deben acortar las distancias. Si el toro sale con la cabeza levantada, hay que picarle delantero, al borde del morrillo para que humille. Si echa la cara al suelo, se le debe picar trasero, para que levante la cabeza, al dolerse. Desde luego, debo advertir que nada de esto puede hacerse con un caballo al que le han inyectado morfina”

 



Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Del paseíllo al arrastre, escribe:

"Durante el primer siglo y medio de la corrida moderna, esto es, durante el siglo XVIII y gran parte del XIX, se picó a caballo levantado. Esta forma de picar a caballo levantado es la recogida en las tauromaquias de Pepe-Hillo y de Paquiro. Picar a caballo levantado era, para entendernos, una especie de rejoneo con vara larga. Esto es: el caballo estaba siempre en un constante movimiento y se evitaba a toda costa el contacto del toro con el caballo. Por todo esto la mortandad equina era mínima, hasta el punto de que el caballo de picar no pertenecía a la empresa, sino al propio picador. Por ejemplo, en la época de Costillares, el célebre picador sevillano Luis Corchado picó entera una corrida de veintidós toros con media de seda (es decir sin pierna de hierro) y sacando ileso a su caballo.................Por este tiempo los picadores no admiten aún las ordenes del torero de a pie, ni pertenecen a su cuadrilla, siendo contratados de modo independiente por las empresas. Cuando los toreros de a pie empiezan a tener más celebridad que los picadores, estos últimos empiezan a actuar a las órdenes de los primeros, y por influencia de los toreros de a pie, que son lo que mandan ahora, se empieza a picar a caballo parado.........................Cuando el matador ordena a su picador que pare el caballo, lo que pretende es que el picador, en vez de preocuparse de huir, se preocupe de quebrantar al toro. Ahora no se hurta al caballo de los cuernos del toro, se entrega a ellos para que el toro forcejee y pierda fuerza. Lo que el matador quiere es que el toro reciba algún castigo. El caballo le da igual. Esta forma de proceder tiene su campo de experimentación en época de Paquiro, Cúchares y Chiclanero; se impuso de forma definitiva durante la etapa de Lagartijo y Frascuelo, y llegó al paroxismo con Guerrita. Guerrita lo tiene muy claro: ordena a sus picadores que el toro haga carne. Se trata de entregar el caballo al toro sin disimulo para que éste se quebrante algo. Son los años finales del siglo XIX los de las grandes carnicerías caballares........................Así se llega al año 1928, cuando se pone el primer peto a los caballos...............La única forma de picar a caballo parado sacando al caballo ileso era con un peto. Este primer peto, el anterior a la Guerra Civil, era minúsculo. Terminada la contienda, se añadieron faldones al peto. Y es en esos años, los cuarenta y los cincuenta, cuando la suerte de varas ha estado más equilibrada...............Existe un caballo español bien protegido, al que se puede mover pero no tirar con tanta facilidad, y desde el cual los picadores pueden cumplir su cometido, pero sin extralimitarse, ya que el continuo movimiento impedía el ensañamiento.................Después, con los años setenta subió hasta el doble el volumen del toro. Para compensar, se subió también el volumen del peto y del caballo. Se subió hasta el delirio. Una generación de nuevos picadores sin vergüenza profesional lo acabó de estropear..................La descompensación de antes de la Guerra se llevó al extremo contrario. Ahora el picador gana siempre mientras el toro pierde siempre"


Felipe Garriges, en su libro Abriendo el compás, escribe:



“El problema fundamental de la mala suerte de varas que padecemos y que agrava los otros desatinos en la lidia es la falta de dosificación en el castigo. En general, no se “mide” al toro en absoluto. Si en el primer puyazo se le masacra, ¿qué fuerzas dejamos para los demás tercios, o puyazos si los hubiere?.................El toro actual, para empezar, no saca fuerza ni fiereza que demande tal sangría y además, en un elevado porcentaje, se deja matar en el caballo………..Los matadores deberían sacar mucho antes al toro en el primer encuentro con el caballo, como se hace en los tentaderos, y ver cómo anda de fuerzas, puesto que si nos hemos quedado cortos, nos quedan dos más –o los que hagan falta- para ahormarlo……………Hay que empezar por quitar peso al toro, al peto, al caballo de picar, al picador. ¡Nadie se debería librar del régimen de adelgazar en la reforma de la suerte de varas!.................¿Cómo debería ser el caballo ideal? Según Pepe Salcedo, uno de los contratistas de caballos más serios, el mejor es el caballo español cruzado, para que tenga suficiente fortaleza, conservando los rasgos de nobleza que definen al caballo español puro. Al percherón y al bretón les falta “fibra”, como al mismo toro, para aguantar y luchar y suelen ser más insensibles al mando del jinete. Aparte de que pesa mucho menos el caballo español, aunque sea cruzado. El peso del peto y de los manguitos no tiene tanta importancia………La diferencia de kilos no es tanta entre un peto actual y otro de los años cincuenta. El problema está en la longitud; antes los petos eran más cortos y el toro que humillaba podía meter la cabeza por debajo, “romanear” y derribar más fácilmente………….El toro se “viene arriba” cuando ve que puede mover aquello. El factor es absolutamente de orden sicológico…………Es importantísimo que el animal sienta que puede con esa muralla que le provoca. Si por el contrario se estrella una y otra vez contra un muro inamovible, se vendrá abajo sin remisión……………A la par que reducir el peso del caballo –ese tope de 650 kilos del reglamento es un poco alto-, también se habla de limitar la romana de los toros……………Un caballo bien domado y trabajado resiste mejor los empellones del toro y si es de buena boca –como de debe ser- se puede “torear” con él: da el paso adelante y atrás, avanza al pitón contrario y obedece el mando de la mano y pierna izquierda, que, al igual que en la estocada, son las que de verdad “pican” al toro. “La mano izquierda es la que de verdad les hace daño a los toros. De la izquierda no te debes olvidar nunca. Ni de la mano ni de la pierna izquierda” (Luis Saavedra)…………El palo, el pecho y todo el cuerpo deben ir hacia delante. “Cuanto más palo, mejor. Cuando el toro llega al caballo, debe llevar las cuerdas metidas” (Saavedra). Todos los buenos picadores coinciden en que para picar bien hay que echar el palo por delante, al igual que en el toreo a pie “adelantar” los engaños. Pero sin llevar el palo montado, rígidamente apretado, sino que deslice por el pulpejo de la mano en el momento adecuado………………..Es un error colocarlo lejos en el primer puyazo, cuando todavía no sabe el toro lo que le va a ocurrir………….Cuando el toro llega al peto debe estar ya picado, según los buenos picadores. A la garrocha de picar se le llamaba antiguamente “vara de detener”, cuando no existía el peto y la intención –baldía, por supuesto- era no dejar llegar al toro para que no hiriese la cabalgadura. El puyazo deba caer delantero, a ser posible………….Donde mejor se ahorma al toro es en la base del morrillo……………¿Por qué profundiza tanto la puya (¡más de treinta centímetros de trayectoria a veces en toros indultados!), si sólo mide unos diez centímetros desde la punta de la pirámide asta la cruceta? La respuesta es que el morrillo de toro cede hacia dentro, como un acordeón y favorece tan disparatado agujero………….El tamaño de la puya no parece determinante………..No se ha producido un cambio cualitativo, todo sigue dependiendo de cómo se utilice”


Manuel Ríos Ruiz, en su libro Aproximación a la Tauromaquia, escribe:


“El tratadista Silva Aramburu apunta acertadamente que el picador debe ser un lidiador más: “ha de conocer las condiciones de cada toro, ser buen jinete, e ir a ejecutar la suerte no cuarteando ni de lado, sino de frente, toreando a caballo con la previa sabiduría, conocimiento o intuición de lo que el toro va a hacer al llegar al caballo, si quedarse bajo él, corneando, o buscar inmediatamente la salida para irse de estampía, única oportunidad en la que está permitido cargar la suerte un poco hacia la derecha para aprovechar el viaje y realizar su misión de castigo”





Felipe B. Pedraza, en su libro Iniciación a la fiesta de los toros, escribe: 

 


LA SUERTE DE VARAS


 


“Esta suerte no siempre se ha ejecutado como ahora. Hasta bien entrado el siglo XX los picadores esperaban la salida del toro en el ruedo y picaban a toro levantado, lo que se juzgaba fácil, dado que en ese momento la res corre de un lado a otro sin fijar su atención ni cebarse en el caballo………..La más notable diferencia respecto a los tiempos heroicos del arte de picar es el uso del peto en el caballo. Hasta 1928 el picador salía sobre un endeble jamelgo sin protección. Su habilidad –y debía de tener mucha- consistía en evitar que los pitones llegaran a la caballería, pues en ese caso la caída era segura y la muerte del jaco muy probable………….Los petos protectores han ido creciendo. En los inicios del proceso, Rafael El Gallo sentenció que “picar desde un caballo con peto era como picar desde un balcón”. El tiempo le ha dado la razón. Hoy se pica, no desde un balcón, sino desde un muro infranqueable…………..El arte del picador era tradicionalmente detener al toro, sujetarlo y evitar que hiriera a la cabalgadura. Naturalmente, en estas condiciones la suerte se producía con rapidez y la res recibía apenas un picotazo, antes de que el picador desviara su montura y los toreros de a pie acudieran al quite, es decir, a retirar al toro a punta de capote para evitar que hiriera al caballo o al caballero…………..Ya a fines del siglo pasado, algunos matadores, entre los que se cuenta Guerrita, exigían a sus picadores que dejaran cornear al caballo, para castigar con más intensidad y durante más tiempo al toro…………..La implantación del peto y su progresiva fortificación han convertido la suerte de varas en un espectáculo diametralmente opuesto al de antaño. El picador no se preocupa de tirar la vara (adelantarla cuando acomete el toro), herir en el morrillo de la res y sujetarla para que no alcance al caballo. Este arte, que requería habilidad, tino, fuerza y valor, se ha reducido a un lamentable trámite sin brillo ni grandeza. En la actualidad, los picadores esperan a que los toros se estrellen contra la muralla del peto………………La suerte de varas tiene como misión ahormar al toro, es decir, acomodar su cabeza para la mejor ejecución de las suertes, rebajar su violencia, atemperar su acometida y, por medio de la sangría, descongestionarlo y evitar una embolia por exceso de presión sanguínea………….Los toreros de a pie han de colocar en suerte al toro, es decir, dejarlo frente al caballo a una razonable distancia. En las plazas se marcan don dos rayas, una a siete metros de la barrera y la segunda a diez, los terrenos del toro y del picador. Una vez fijada la res, los peones y matadores se colocan a la izquierda del picador…………para intervenir en los quites, ya sean técnicos, para salvar al jinete o a la montura de una cornada, ya sean artísticos o de lucimiento………………Casi todos los toros de lidia acometen la primera vez al caballo porque no saben lo que les espera. Solo los bravos vuelven a embestir con alegría y furor tras ser heridos con la pica. A esa reacción se le denomina crecerse al castigo. Para que la demostración de bravura sea más completa, cada vez se coloca la res más lejos del caballo…………Es bravo el que embiste con la cabeza baja, empujando con los riñones. Cuando es fuerte, consigue mover al rocín e incluso romanea, esto es, levanta en vilo a la cabalgadura. El manso alza la cabeza, hace que suene el estribo, se repucha (retrocede) e intenta quitarse el palo (derrotar violentamente para deshacerse de la puya con que se le castiga)……………..La suerte de varas se realiza normalmente contra querencia, en el punto más alejado de los chiqueros. Así se pone de manifiesto la gana de pelea del toro y, además, se facilita la labor del picador, ya que la reses empujan con menos fuerza contra la querencia natural…………..Pero no todos los toros son bravos. A los mansos habrá que picarlos más cerca de chiqueros y, si es necesario, prescindiendo de las rayas………..Lo mismo ocurre con la carioca, cuando el picador deja llegar al toro manso, hace girar al caballo y lo envuelve para evitar que salga huido”


La pica



“Este palo, largo y fuerte, con una punta metálica llamada puya, es heredero de las lanzas que usaban los caballeros para dar muerte al toro y de las garrochas empleadas por los vaqueros para dominar o provocar al ganado. En el siglo XVIII las varas de detener medían en torno a 3,35 metros. Estas dimensiones se redujeron pronto a algo más de dos metros y medio, buscando, probablemente, un manejo más ágil y certero. El actual reglamento mantiene las dimensiones tradicionales: entre 2,25 y 2,70 metros. La vara será de madera de haya o de fresno. La puya es una pirámide de acero cortante y punzante. Cada arista tiene 29 milímetros y cada cara de la base 19 milímetros. Esta punta acerada está unida a un vástago de madera recubierto por unas cuerdas encoladas. Tras romper la piel del animal (a lo que se llama en la jerga taurina meter las cuerdas), la pica podría penetrar hasta las entrañas, como una lanza, si no existieran unos topes que lo impiden. A lo largo de la historia se han usado con este fin diversos aditamentos: un grueso encordelado, una esfera o naranja de cuerda o una arandela. Actualmente las puyas disponen de un travesaño o cruceta situado a 8,9 centímetros del vértice………Es responsabilidad de la empresa el proporcionar las puyas que han de utilizarse en cada corrida. El reglamento fija que se tendrán preparadas catorce, que serán reconocidas por la presidencia durante la mañana anterior al festejo